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viernes, 9 de noviembre de 2012

Sandy: el día que Maria Santísima bajó a la tierra

En toda Cuba se estila que hasta quienes no prefesan creencias religiosas se refieren en situaciones extremas al dicho: "Ayúdame María Santísima". Y confieso que la frase se me escapó varias veces por espacio de las cuatro largas horas en que transitó el Huracán Sandy sobre las tierras de mi querido Contramaestre el pasado 24 de Octubre.
Mientras mi pequeña Legna disfrutaba de sus seis años en pleno sueño y Keyla; la compañera de los duros momentos, dormitaba entre la habitación y el comedor de la vivienda en donde una vela era la acompañante que casi se apagaba por los vientos que se colaban por los resquicios de puertas y ventanas; Sandy aullaba contra las tejas de zinc de mi techo que no cuenta con dos años aun. Fueron cuatro largas horas del acontecimiento más terrible que he experimentado en la vida y confieso que el temor que nunca sentí al lado de las explosiones y balas de cañon, lo tuve en carne propia.
Cada ráfaga de viento se multiplicaba por la anterior, los silbidos del aire que apostaba a levantar el techo eran ensordecedores. Cada segundo parecía una hora esperando a que terminara la odisea y no era así, cada hora se multiplicaba en vientos y lluvias. Casi llegué a pensar que era mejor que acabara de destruir lo que prefiriera y terminara. O que si existía un ser sobrenatural causante de tanta tragedia, debía hacerse visible. Sin embargo, nada ocurrió acorde a mis deseos. Ni terminaba, ni nos destrozaba.
Sandy fue la prueba de fuego a la pacienciade de la que me siento orgulloso y el fenómeno que me demostró cuan sabias han sido las Reflexiones del Comandante en Jefe, cuando desde hace tantos años se viene refiriendo al cambio climático y sus consecuencias. Todo parece indicar que la naturaleza quiere recuperar todo lo que le hemos arrancado y no tenemos otra alternativa que prepararnos para ello.
El amanecer me sorprendió por fin ya sin fuerzas y sin sueño, sin saber qué esperar, sin comunicación telefónica y a oscuras. Pero se recuperó el ejercicio de la profesión y a las 5:30 de la mañana ya estaba en plena calle oscura,  tomando fotos del desastre como un loco.
!Cuanto me impresionaron mis vecinos y los vecinos de todas las calles de Contramaestre, quienes como abejas comenzaron a salir de las viviendas dañadas, para restañar con lo que tuvieran a mano o los que no miraron ni siquiera sus daños y comenzaron a talar el arbol que había destruido todas las propuiedades de su mas cercano conviviente.
Desde la noche del 24 de Octubre, la María Sanntísima que le escuchaba en reiteración a mi madre cuando pequeño no se quita de la mente ... como lo sobrenatural que fue Sandy, para todos los del Oriente de Cuba.