Examen de conducta |
Desde la crisis de los años 90 en Cuba, aprendí de Cintio Vitier que los odiados “balseros” de entonces eran y siguen siendo nuestros; hermanos, primos, amigos, ecobios, correligionarios, soldados de mi escuadra, socios del barrio, parte del grito del jonrón o el nocaut, o competidores fraternales del último pasillo con Pupi Pedroso.
De la misma manera, la noche del pasado sábado en el cine Belic de mi Contramaestre, los protagonistas de “Conducta”: Chala y su maestra, la madre alcohólica, el casi padre que peleaba perros, unos niños sumamente inteligentes, los nacidos en la provincia de Las Tunas pero “palestinos” en La Habana, las imágenes de las calles de esa ciudad patrimonial, tan vieja como tan sabrosa; me hicieron comprender una vez más, que ninguno de los que vivimos en esta isla podemos desentendernos de la Cuba profunda, esa de los barrios “duros” en donde se bebe ron del bueno o "del malo", pero en donde también nacen seres humanos que aman a las palomas, crecen intercambiando puñetazos con la vida y … cuidan de sus familias sin que nadie se los imponga.
La solución está en el interior del ser humano |
¡Dura paradoja que en esa misma sala de cine de Contramaestre en donde se estrenó “Conducta” y mi esposa lloró durante casi una hora, solo se asentaron unas 30 personas! ¡Dura paradoja abandonar la sala de cine, avistar a decenas de adolescentes en las calles de mi ciudad a las 10 de la noche; quienes de seguro necesitaban de un buen consejo, una buena madre o quizás una buena maestra!
“Conducta” se ha seguido exhibiendo en el cine Bélic de Contramaestre, las impresiones de todo tipo llueven … las reflexiones autocríticas también. El reconocimiento de decenas de padres y de algunos adolescentes, de que el maestro en Cuba merece un altar como pidió Martí, ante el cual pidamos; no adoración hacia un ser divino; sino salud para que siga formando a la actual generación de cubanos.
Como quiera, desde las entrañas de Cuba y a pesar de los pesares, yo apuesto por los niños como Chala, para los cuales siempre hay otro chance en cualquier escuela de Cuba. Esa escuela que sigue enseñando y enseñando sin importarle si el niño es rico o es pobre … precisamente con el mérito de acoger a cualquier niño carente de una familia funcional.
Sigo apostando por las aulas que acogen a “los Chalas”, para que se reencuentren con lo más hermoso de la Revolución. Y también por maestras que deciden dar un hogar a niños antes de que se pierdan en los encontronazos con el mundo.
Apuesto definitivamente por este país que no se rinde como no nos rendimos millones de los que seguimos aquí, dispuestos a salvar a niños como “Chala” y a admirar a sus maestros.
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