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domingo, 13 de agosto de 2017

Fidel Castro, el lider que un día me estrechó la mano



Fidel Castro
Fidel Castro

Ángel del Toro Fonseca


El día que Fidel Castro me estrechó la mano fue el más importante de mi vida. Luego que me sucedió, aprendí que en la vida de un ser humano se atesoran otros tres hechos relevantes: el primero, el más feliz y el más doloroso. De manera inconcebible en mi caso, estas tres ocasiones adicionales coinciden con la figura del Comandante en Jefe.


Corría el mes de Julio de 1988. Santiago de Cuba se inquietaba hasta los adoquines de sus añejas calles por la inmensa cantidad de transformaciones, que acompañaban a la conmemoración del aniversario 35 del asalto al Cuartel Moncada. El acto nacional, planificado para la Plaza de la Revolución Antonio Maceo, era un hecho cierto por la dedicación de los santiagueros. Pero el gigante no se estuvo un solo minuto quieto dentro de la ciudad capital oriental, recorrió los municipios de la provincia e inauguró obras como tocadas por una mano divina.


Por aquellos días, personalmente acumulaba dos años y medio de estar vinculado al Servicio Social como Licenciado en Periodismo en la Emisora Radio Majaguabo de San Luis. La posibilidad de que Fidel inaugurara el Hospital General Alberto Fernández Montes de Oca de aquella ciudad, en ocasión de la efemérides del Moncada, era casi una realidad. Los responsables de coordinar este suceso, llegaron hasta nuestra emisora unos días antes del 26 de Julio e indicaron la preparación de dos periodistas del municipio para dar cobertura al posible acontecimiento.


Para dos periodistas bisoños como Ángel del Toro Fonseca y Rafael Barriel Sueque, la posibilidad de participar en una cobertura de prensa con el protagonismo del Comandante en Jefe, significaba como graduarse en la Escuela de Periodismo de la Universidad de Oriente y ser enviado de inmediato a dar cobertura al primer vuelo a Marte con asiento incluido en la nave. No niego que sin ninguna experiencia anterior y muy pocos vínculos con experimentados colegas del medio radial, nos preparamos para hacerle una entrevista al Comandante. Luego la experiencia vivida nos dejaría ejemplos sobre cómo enfrentar a la grandeza desde la humildad profesional.


El 26 de julio de 1988, San Luis de las Enramadas amaneció como de fiesta. Todo el pueblo se movilizó hacia los alrededores del Hospital que habíamos ayudado a construir muchos compatriotas con horas voluntarias de madrugada. Mi colega y yo arribamos en horas bien tempranas de la mañana, recibimos una breve acreditación y la primera pregunta del funcionario encargado de la atención a la prensa nos dejó paralizados: ¿Para qué dos periodistas con la única grabadora de reportero que existía en Radio Majaguabo? 


Grabadora SONY TCM- 5000
SONY TCM _ 5000
Ante el rostro serio de quien invitaba a sacarnos del lugar a uno de los dos bisoños, solo atiné a expresar: “Pues uno para controlar los niveles del audio y el otro para acercar el micrófono y asegurar la grabación”. La carcajada del interlocutor no se hizo esperar, pero para bien de nuestra primera experiencia extraordinaria, nos quedamos los dos en el interior del hospital.


Los pensamientos sobre cómo sucedería mi primer encuentro con el Comandante en Jefe ocuparon casi la totalidad del tiempo de espera; solo una ovación inmensa me hizo volver a la realidad. Eran ya las 7.30 de la noche; habían transcurrido ¡12 horas! desde que había ingresado a las áreas del hospital de San Luis y me parecía que el tiempo no había pasado. Pero no había dudas: Había llegado Fidel.


De inmediato, los encargados de la Seguridad Personal del Comandante, convocaron a los pocos periodistas, médicos y trabajadores seleccionados que se encontraban en el interior de la instalación médica hacia una de las salas con mayor número de equipos. Por uno de los pasillos aledaños pude escuchar las carreritas de personas que luego desembocaron como un torrente en el área para dar cobertura a la visita de Fidel. En solo segundos, quedé relegado a un rincón del salón y solo pude apreciar la gorra verde olivo del Comandante que se desplazaba rápidamente a lo largo de la habitación. En un abrir y cerrar de ojos, mis sueños del gran reportaje y de la entrevista personal a Fidel se fueron al piso. Es que no alcanzaba ni a verlo siquiera.


Una mano salvadora de alguien que nunca pude ver y que hasta hoy desconozco, me tomó de la muñeca derecha y abriendo paso enérgicamente me colocó al frente de la primera hilera de reporteros. El gigante cubierto de verde olivo brillante, coronado por un rostro de piel rosada, ofrecía su mano cálida a los presentes; con humildad extendí mi derecha y ceñí el micrófono de mi heroica SONY con la izquierda. Fidel me estrechó la mano, mas bien, mi diestra quedó guardada como en un cofre cálido, que se abrió y desplazó rápidamente hacia otras manos.


Los recuerdos son tan atropellados como las grabaciones de aquel día. El gigante probó la fortaleza de cada uno de los equipos de la primera sala de rehabilitación física con que contaba el municipio de San Luis, elogió la iluminación y jocosamente comentó sobre el calor reinante. Luego interrogó: ¿Bueno y los sanluiseros no tendrán un vasito de agua por ahí? Una trabajadora de inmediato se apresuró a alcanzar el líquido pero fue interceptada amablemente por quienes ya le traían un vaso al Comandante.


La conversación se tornaba interesante, Fidel preguntó hasta los límites de la imaginación; quienes le contestaban sudaban a chorros y este servidor seguía en el empeño de hacer la trascendental pregunta en nombre del pueblo sanluisero, cuando Fidel; con la rapidez que le caracterizaba; salió a grandes zancadas del local y se dirigió a la cerca perimetral del Hospital. Los abrazos, saludos y apretones de mano con el pueblo, llovieron en medio de los esfuerzos de la escolta para limitar aquel intercambio demasiado efusivo. Nunca pude ver cómo se cortó la cinta de la inauguración. Las anécdotas me duraron años a flor de labios, pero la mano derecha ya no se sorprende cuando la extiendo y contraigo, recordando el día que Fidel la estrechó y dejó en ella el ascenso al grado de revolucionario.


miércoles, 19 de junio de 2013

Un premio por los que cuidan los sueños de Cuba

La ganadora del premio junto a su familia y compañeros de estudio
Ángel del Toro Fonseca

Hace solo horas observaba las imágenes tristes y duras sobre la muerte del Comandante Ernesto Che Guevara y sus compañeros, que parte de la prensa latinoamericana se ocupa de reeditar, como si la contemplación de la muerte de los grandes nos pudiera conducir a muchos más grandes empeños.

Conmovido porque el Che es algo tan grande como Fidel para los cubanos partí hacia una cobertura periodística que me acercaría a la juventud y a la niñez de nuestro Contramaestre. Respirando el aire puro de las 8:00 de la mañana de la carretera hacia el poblado de Maffo, me resigné a pensar que en última instancia, por esta estirpe de niños – héroes que pueblan hoy a Cuba, el Che hubiera muerto de nuevo mil veces.

La realidad del lugar del acontecimiento rebasó el plan de la búsqueda periodística. Los edificios que rodeaban la plaza de la secundaria básica José “Pepito” Tey de Contramaestre parecían como si se fueran de lugar ante los cientos de muchachos que asistieron expectantes a la premiación de un acontecimiento de renombre. En medio de ellos, una gota de rocío hacía el alba en medio de un sol picante y martiano como el de toda Cuba.

De repente sonaron los clarines y estudiantes destacados colocaron la más hermosa de las ofrendas florales al Martí que preside la plaza, la bandera ondeó contra el azul del cielo y las notas del Himno de Bayamo me situaron en posición de firmes junto a los presentes. Pronto se conoció el motivo de tan digno homenaje este 19 de junio en Contramaestre.

Por primera vez una estudiante de la secundaria básica “Pepito Tey” obtenía el Primer Lugar Nacional en el Concurso el Ministerio del Interior de la República de Cuba en la especialidad de Literatura, en la categoría de pioneros del segundo nivel José Martí. La jovencita Karina de la Caridad Rodríguez López obtenía el alto galardón de manos de la jefatura del Ministerio del Interior en el territorio, de las direcciones de Educación, la Organización de Pioneros en la provincia y la Unión de Jóvenes Comunistas.
José Martí presidió el homenaje a la pionera ganadora del Premio del MININT en Literatura

Rodeada de su madre, de sus compañeritos de clases, sus maestros y profesores y de los combatientes del MININT, Karina me relató la breve historia de una carta que dirigió a modo de reconocimiento a los combatientes que velan permanentemente de nuestro sueño y que le valió el premio nacional:

“La iniciativa de escribir esta carta partió de una vecina del poblado de Maffo, de nombre Margarita Oliva que tiene 70 años y aun se mantiene trabajando al servicio del MININT, y ella me explicó de las abnegadas tareas que cumplen los combatientes del MININT, del trabajo que tienen que hacer para mantener la integridad de Cuba (…)

(…) La realidad es que yo vengo participando en este concurso desde que estaba en el tercer grado de la escuela primaria y he obtenido logros en el municipio y la provincia (…)

(…) En esta ocasión, le agradecí a los combatientes del MININT por la labor diaria que ellos hacen para que los niños como yo tengan sueños felices, y especifiqué en el caso de los compañeros de la Policía Nacional Revolucionaria porque ellos velan por la tranquilidad ciudadana, también el ejemplo de los guardabosques, a los guarda fronteras y especialmente a nuestros Cinco Héroes que está hoy en cárceles de los Estados Unidos por defender a Cuba del terrorismo (…)

Hoy la gota de rocío que brota por miles en la alborada de la libertad se tiñó de verde olivo, de azul y negro, de alegrías pintadas en los rostros de estudiantes felices. Karina de la Caridad Rodríguez López, es un nuevo ejemplo del pueblo de Contramaestre y de reconocimiento a los compañeros del Ministerio del Interior en Cuba.



jueves, 30 de mayo de 2013

Gregorio Careaga Medina: un mártir del asalto al Moncada en Contramaestre


Gregorio Careaga Medina

Por Angel del Toro Fonseca

Han pasado exactamente 60 años del sacrificio util. La sangre escurrida entre las hierbas del patio del Cuartel Moncada, en Santiago de Cuba, vuelve a la superficie para recordar a los muertos, para dar mas fuerzas al futuro. A 77 kilómetros de ese dantesco escenario, hoy Coliseo donde los gladiadores santigueros admiran su obra, se recuerda a uno de los últimos mártires del asalto al Moncada.

Transcurría la tarde del 26 de julio de 1953 en la ciudad de Contramaestre. Un joven que evidentemente no conocía  el lugar, descendió de un camión en las inmediaciones y caminó varias cuadras hasta el parque central. Tomó asiento en uno de sus bancos y de inmediato se quedó dormido.

Horas después se conocería que se trataba de Gregorio Careaga Medina, natural de Artemisa, un cubano con la dignidad a prueba de balas, que enfrentaría la tortura y el crimen al igual que sus hermanos de causa que asaltaron ese día los cuarteles Guillermo Moncada en Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes de Bayamo.

La odisea había comenzado 48 horas antes…

La noche del 24 de julio de 1953, un numeroso grupo de jóvenes procedentes de Artemisa, se reunió con el líder revolucionario ortodoxo Fidel Castro Ruz en el edificio “Triangulo” ubicado en las calles 23 y Zapata de la capital cubana. ¿El objetivo?: impartir las orientaciones finales para partir a las 3:00 de la madrugada en una caravana de autos de alquiler hacia el Oriente de Cuba, para ejecutar una importante acción patriótica.

Como parte del grupo, el joven Gregorio no preguntó detalles, solo se conformó con conocer que iba a participar en un decisivo intento por derrocar a la tiranía de Fulgencio Batista y Zaldívar, que desde los años 40 bañaba de sangre e ignominia a la patria.

La historia oficial después del asalto al Cuartel Moncada…

Luego de combatir heroicamente y no poder tomar la fortaleza del Moncada, Gregorio obedeció la orden de retirada y abordó una rastra que lo sacó de los límites de la oriental ciudad, que en la mañana del 26 de julio de 1953 hervía por los movimientos de los sicarios de la tiranía.

Explica una versión de los hechos que Careaga Medina, descendió de la rastra en Contramaestre y  deambuló por las calles  de un lugar desconocido para él, llegando incluso a dormitar en el parque central. Allí lo despertó un soldado del Cuerpo de Guardia Rural y continuó su deambular hasta el límite Norte de la ciudad en dirección al poblado de Baire.

El cansancio por los tantos días de acción sin dormir venció al joven revolucionario. Se dirigió a un garaje solicitando al empleado que lo cuidaba que le permitiera pasar la noche allí. Se durmió rápidamente  en el interior de un ómnibus desvencijado guardado en ese lugar.

Horas después es detenido por los agentes de la policía batistiana, iniciando su dolorosa ascensión a la gloria.


Las últimas horas de Gregorio Careaga Medina
Las versiones más aceptadas sobre las últimas horas del joven asaltante al Cuartel Moncada, Gregorio Careaga Medina, plantean que los soldados que lo detuvieron lo golpearon bárbaramente para que delatara a sus compañeros en la acción y para que diera detalles de la organización del asalto.

Careaga respondió a las golpizas con firmeza, por lo que fue trasladado al Puesto de Mando del ejército de la ciudad de Bayamo y posteriormente al Cuartel de Maffo de nuevo, por órdenes del teniente Roselló con órdenes de hacerlo desaparecer.

En investigación radiofónica en ocasión del aniversario 50 del asalto al Cuartel Moncada, Ismael Pupo Pérez, historiador del Museo- Casa Natal Orlando Pantoja Tamayo del poblado de Maffo, afirma:

“Nosotros tuvimos noticias de un combate que se produjo en las cercanías de Maffo, que se planteaba fue contra unos forajidos, para justificar un tiroteo que se produjo en una finca contra el cuerpo de Careaga Medina, para hacer parecer un combate (…)

(…) Pero como el cuartel de la Guardia Rural de Maffo estaba rodeado de casas de la población, nosotros sabíamos que eso no podía ser (…) que a ese hombre lo torturaron allí mismo en el cuartel (…)

El historiador Pupo Pérez continúa explicando como la prensa de la época reflejó los hechos a través de mentiras:

“Nosotros tenemos aquí por ejemplo “El Diario De Cuba”, que el día 27 de julio de 1953 sacó una noticia cuyo título decía “Muerto en Maffo uno que atacó a tiros a soldados. El jefe del puesto de Maffo, Sargento Vicente Alfonso Cruz con personal a sus ordenes que practicaban vigilancia respecto a los hechos del asalto al Cuartel Moncada, sorprendieron en la finca La Piedra, en el barrio Los Negros del término municipal de Jiguaní a 4 personas desconocidas y al darle el alto, les ripostaron con pistolas, resultando uno de los desconocidos muertos, y los otros huyeron (…)

(…) Sin embargo, todo el mundo sabe aquí que a ese muchacho lo torturaron aquí en el cuartel de Maffo, lo llevaron casi moribundo para Bayamo de donde lo devolvió el Teniente Roselló y seguro ya muerto lo trajeron de nuevo (…) Lo trasladaron a una finca en la madrugada del 28 de julio de 1953 y lo terminaron de asesinar”

¿Qué expresó el Acta de Diligencia Judicial, Inspección Ocular y Levantamiento del Cadáver de Gregorio Careaga Medina?


El acta de la diligencia judicial, inspección ocular y levantamiento del cadáver de Gregorio Careaga Medina expresa textualmente:

(…) que en este lugar y finca propiedad de Luís Valdés, que está situada al lado del camino de Paso Seco  a Bijagual, que  conduce hacia Los Negros,  al lado derecho de dicho camino y en el interior de la espesada finca, como a unos 150 metros del precipitado camino, en una cañada,  se encontró boca arriba el cuerpo de un individuo del sexo masculino, de raza blanca, como de unos 28 a 30 años de edad, que viste camisa blanca (…) y que examinando su hábito externo se le propinaron tres heridas por proyectil de arma de fuego de grueso calibre”

Se confirmaba de esa manera el crimen.

Odelín Bello Labrada fue uno de los testigos de la represión de la tiranía en la ciudad de Contramaestre, lugar donde fue detenido, torturado y asesinado el combatiente Gregorio Careaga Medina luego de  la acción del Moncada.

Bello Labrada recuerda los pormenores:

   “... uno de los asaltantes fue hecho prisionero en Contramaestre y traído al cuartel de Maffo, donde fue salvajemente torturado y murió a consecuencia de los golpes en el lugar conocido por Las Biajacas, donde el ejército hizo un simulacro de combate”

Pocos días después, el 29 de Julio de 1953, un  periódico  de La Habana narró una versión distorsionada  de los hechos:

“En Paso Seco, en las cercanías de Maffo se produjo un intenso tiroteo entre fuerzas al mando del Sargento Alonso Cruz y un grupo de cuatro desconocidos que se supone eran fugitivos del criminal asalto al Cuartel Moncada de Santiago de Cuba. En el choque resultó muerto un desconocido que vestía pantalón caqui y camisa blanca, bajo de estatura y  que hasta ahora no ha podido ser identificado”.

Andrés Núñez Lora, Historiador de la ciudad de Contramaestre da conocer el testimonio mas aceptado sobre el asesinato del mártir del Moncada en Contramaestre:


(…) Casi todas las versiones coinciden en que Gregorio llegó hasta el Central América en una rastra, y en la oscuridad él pudo evadir a las autoridades de este lugar hasta introducirse en Contramaestre. Allí, agotado descansó en un parque del centro de la ciudad. Un sereno de un almacén lo divisó y por miedo a sufrir un asalto, lo denunció a la Guardia Rural. Lo detiene un guardia rural de apellido Lora; que residía en la localidad de El Cobre y hay que decir que lo detuvo y lo dejó en Maffo (…)

(…) Este Lora no reprimió a Gregorio Careaga, incluso, levantó un acta de que lo había dejado con vida allí en Maffo. Después llegó el sargento Cruz que lo sometió a grandes torturas (…) hay vecinos que atestiguan de los gritos de Gregorio por las torturas (…) hasta que casi muerto es trasladado al puesto de Bayamo. Como allí ya habían asesinado a tantos compañeros, le dijeron al sargento Cruz que no debía quedar vivo pero que no eran ellos los que debían asesinarlo, que el que lo había detenido debía disponer de él. Es entonces que se traslada a Gregorio hasta la finca Las Piedras (…)

Narra Núñez Lora que de acuerdo a los testimonios de Manuel García, un campesino que escuchó un tiroteo en la llamada también “Finca de Las Biajacas”, como a las 2:30 de la madrugada se levantó a ordeñar sus reses y al descubrir el cuerpo sin vida de Gregorio movilizó a los vecinos y trasladó la noticia al Cuartel de la Guardia Rural de Maffo. Posteriormente fue trasladado al cementerio del poblado.

El crimen de la alborada y una tumba con eternas rosas blancas…

Pensaba el régimen tiránico que el crimen de Gregorio Careaga quedaría impune y que sería desconocido por las fuerzas revolucionarias y la juventud progresista del barrio de Maffo y el pueblo de Contramaestre. Sin embargo, se equivocó.

El testimonio de la combatiente clandestina Isela “Chelona” Pantoja Tamayo, hermana del mártir internacionalista contramaestrense Orlando Pantoja Tamayo, ayudó a reconstruir la historia posterior a la muerte de Gregorio Careaga. La vinculación con el combatiente asesinado sería su primera acción dentro del Movimiento 26 de Julio y el inicio en los trajines revolucionarios.

Isela Pantoja Tamayo "Chelona"

Los recuerdos de “Chelona” son elocuentes:

“Yo no sabía nada de lo que había pasado en Santiago de Cuba (…) solamente escuchaba los rumores de que había acontecido un combate de unos jóvenes locos (…) Después supe que un joven que se había sentado en el parque de Contramaestre había sido detenido y posteriormente asesinado aquí (…)

(…) Después de que se produjo el simulacro de combate que no fue más que la mentira para matar a aquel joven y de que lo llevaran para el cementerio, mi hermano “Olo” me dijo con tremendo misterio: “Necesito que me ayudes” Y yo le respondo: ¿Y en qué? (…)

(…) Y me responde Olo: (…) Bueno, que al hombre que ya se sabe en todo el pueblo  que asesinaron en el cuartel y lo tiraron en los alrededores, ya se lo llevaron para el cementerio. Y queremos ver quien es y retratarlo (…) Y como tú eres “amiga de los batistianos”, me hace falta que averigües en qué parte exacta del Cementerio está (…)

(…) De inmediato me dispuse porque una amiga mía era novia de uno de los guardias que estaban en el poblado de Maffo y además, tenía una tía en una finca que colindaba con el cementerio y estaba justificada para no levantar sospechas (…) Llevé un envase con agua y unas flores y localicé a una prima que vivía en Bayamo para que me acompañara (…)

(…) Cuando llegamos allí, un militar de apellido García me preguntó que hacía por allí y me dijo además no podía pasar al cementerio (…) Gracias a otro guardia de apellido Ortiz que pasaba por allí y le informó al vigilante que yo iba a visitar la tumba de mi padre, fue que yo pude entrar al cementerio y llegar hasta el sitio donde se encontraba Gregorio Careaga en un ataúd (…)

(…) Aun después de asesinado conservaba el buen semblante, su pelo caoba. De inmediato le limpié el rostro con un paño húmedo, le arreglé el pelo y le abroché la camisa. En medio de estos trajines, escuché un silbido que era la señal de mi hermano y sus compañeros de que ya me habían localizado y me avisaban que debía irme del lugar (…)

(…) Ellos continuaron con su misión pero esta fue mi primera acción revolucionaria clandestina y a partir de ahí me incorporé en cuerpo y alma a la revolución y a la lucha insurreccional (…)

Desde ese 28 de julio de 1953, la primera tumba de Gregorio Careaga en el cementerio de Maffo, tuvo siempre rosas blancas frescas en cada amanecer, testigos de que era visitada todos los días por los jóvenes integrantes del Movimiento 26 de Julio.


Monumento a Gregorio Careaga en el lugar de su muerte en Contramaestre

Luego del triunfo revolucionario, el cadáver del combatiente artemiseño fue colocado en el Mausoleo a los Mártires de Artemisa para su descanso definitivo.

Realmente fueron dos los asaltantes al Cuartel Moncada que recibieron protección en Contramaestre…

El historiador de la ciudad de Contramaestre Andrés Núñez Lora desarrolla los detalles poco conocidos, acerca de cómo no fue un solo asaltante al Moncada sino dos, los que recibieron protección de los revolucionarios de la ciudad de Contramaestre:

(…) Dos de los asaltantes al Moncada, cuando apreciaron el fracaso de la acción y se retiraron, abordaron autos y trataron de salir de la ciudad de Santiago de Cuba, sin saber que irían a parar a Contramaestre. Desgraciadamente no se logró la coordinación con los jóvenes de aquí que estaban organizados ya en Acción Libertadora, porque pudieron haberse ocultado aquí y se le hubiera salvado la vida a Gregorio Careaga (…)

(…) El otro compañero; Carlos González Seijas; fue ocultado en Maffo. El se trasladó en una guagua y en ella llegó a Palma Soriano, allí registraron el ómnibus lo observaron detenidamente al apreciar su tez blanca pero no lo detuvieron. Entonces llegó a Contramaestre y se dirigió a casa de una amistad de apellido Sierra, que estudiaba con él en La Habana y esta lo ocultó, desde el día 27 de julio hasta el 31 en que logran sacarlo para La Habana disfrazado de enfermo (…)


Liceo de Maffo, donde fueron enjuiciados los criminales

La justicia revolucionaria no tardó en llegar. Los criminales que torturaron a Gregorio Careaga fueron enjuiciados en el mismo escenario de sus vejámenes. El Liceo de Maffo, hoy Casa de la Cultura del poblado; sirvió de sede del juicio.

Gregorio Careaga Medina

Gregorio Careaga Medina, nace en Artemisa al este de la ciudad de La Habana, el 28 de noviembre del 1923, hijo de Víctor y Eugenia. Era el sexto de nueve hijos.
Nació en un hogar humilde, en el que la miseria era permanente y esto lo obliga a trabajar desde muy niño para sustentar la familia.
Junto a su padre y hermanos vendía periódicos en la esquina del hotel "Sevilla" y por las calles de su natal Artemisa. Comenzó a estudiar en la Escuela No. 7, pero tuvo que abandonarla en el tercer grado.

Comenzó a laborar desde temprana edad; en su juventud se desempeñó como jornalero junto a su padre y posteriormente trabajó en la cocina del Hotel Sevilla, donde aprendió el oficio de cocinero. Laboró como tal consecutivamente en La Viña, El Miyar y La Aurora. Su último trabajo fue en la Funeraria "Matías", antes de partir al asalto al Cuartel Moncada.

Era conocida su firme actitud en contra de la politiquería reinante y de condena a la tiranía batistiana.

Gregorio era de carácter reservado, nunca dejó entrever las actividades a las que dedicaba y siempre ponía un pretexto a sus familiares.

En 1946, se casó con Gloria Granados, hermana de su compañero Guillermo Granados, con la que tuvo dos hijos, Tony y Miguelito.

Días antes de partir para el asalto al Cuartel Moncada le dijo a su pequeño Tony: "voy al campo por unos días para que en el futuro a ti no te falte nada". A ninguno de sus familiares le contó el propósito de su partida. Todos lo hacían en el campo trabajando, de acuerdo con lo que el había manifestado.
Su hermana Caridad- fallecida en 1964-, en entrevista que aparece en el libro "Mártires del Moncada", recuerda que:
“En aquellos días se excusó de no poder asistir a mi boda (…) con el pretexto de no tener zapatos, sin embargo horas antes había comprado un par nuevo que estrenaría en el Moncada, además en una ocasión, le oí decir que por lo único que daría la vida era por la libertad”.
En Artemisa se reunía con su cuñado Guillermo Granados, con José A. Labrador, con Ciro, Julito y Pepe Suárez. Junto con los demás jóvenes artemiseños partió hacia La Habana el 24 de julio de 1953. Ese mismo día a las tres de la madrugada se dirigió hacia Santiago de Cuba, en una máquina en la que iban además los artemiseños: Vero Rossell, José A. Labrador, Ricardo Santana y Pepe Suárez.
Gregorio Careaga, fue de los que luchó heroicamente en el Cuartel Moncada, logró retirarse y posteriormente fue detenido en el pueblo de Maffo y asesinado salvajemente.
En agosto de 1959 sus restos se exhumaron, y se le rindió guardia de honor en Maffo, Santiago de Cuba y en Artemisa, a donde fueron trasladados sus restos que hoy reposan en el Mausoleo Mártires de Artemisa donde se les rinde un merecido homenaje.

sábado, 8 de diciembre de 2012

La Rinconada: Donde Fidel Castro planifico la liberación definitiva de Cuba

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Por este sitio se inicia el asecenso a la cueva de la Rinconada

Por Angel del Toro Fonseca



Mientras en segunda quincena de Diciembre de 1958, en la plaza de Maffo el Ejército Rebelde cerraba cada vez más el cerco sobre las tropas sitiadas en el BANFAIC, a decenas de kilómetros, a medio camino entre Baire y Jiguaní, un retiro campestre dio cabida al encuentro de dos hermanos rebeldes: en La Rinconada se abrazaron Fidel y Raúl el 17 de diciembre de 1958 a las 11:00 de la mañana, luego de haberse separado desde el 1ro. de marzo en Pata de la Mesa, Comandancia del Che en el corazón de la Sierra Maestra.
Incluso en la actualidad, cuando la Revolución ha abierto caminos de montaña en todos los rincones de Cuba, cuesta un poco de trabajo llegar hasta el último puesto de mando del Comandante en Jefe del Ejército Rebelde Fidel Castro en las montañas del territorio oriental de Cuba.

Un camino serrano conduce hasta la exuberante reserva natural que alberga un sitio legendario para los cubanos. “La Rinconada” da nombre a un accidente geográfico de pura roca, que sirvió de campamento al Mayor General del Ejército Libertador Cubano Calixto García Iñiguez durante las guerras de 1868 y 1895 contra la ocupación colonial española de la Isla de Cuba

Quiso la historia que nuestro máximo líder durante su campaña liberadora entre 1956 y 1959, apreciara las ventajas del lugar por su seguridad y lo designara como su cuartel general entre los días 7 y 19 de Diciembre de 1958, posterior a la victoria sobre las tropas del régimen dictatorial de Fulgencio Batista en la Batalla de Guisa.

Este lugar constituyó un gran asentamiento aborigen cuya presencia se confirma hoy con el hallazgo de restos de vasijas de barro y hachas petaloides. El espacio, constituido por una gran solapa de unos 3 metros cúbicos de dura roca; no llega a ser una cueva como algunos creen.
El autor asciende de las profundidades de La Rinconada

Las rocas de mediano tamaño y el follaje de la vegetación, ofrecieron refugio natural a los combatientes del Ejército Rebelde de los ataques de la aviación enemiga. Un manantial que se escapa de entre las raíces de un enorme árbol, todavía sortea  las piedras para abastecer de agua a los pobladores de la comarca.

Casi en el centro del histórico sitio, se conservan, una palma real cubana y un árbol frondoso de caimito, donde amarraron sus hamacas, el comandante Fidel y sus subalternos: Calixto García Martínez, Juan Almeida  Bosque, Efigenio Ameijeiras, Francisco “Paco” Cabrera, Pedro Miret Prieto y Celia Sánchez Manduley.

En este lecho descansó el Comandante en Jefe Fidel Castro luego de un resfriado

Desde esta Comandancia, la planta  matriz de la Radio Rebelde en la Sierra Maestra, transmitió las orientaciones del Comandante en Jefe, a  otras 20 estaciones ubicadas en el territorio nacional cubano durante la guerra de liberación.

También desde aquí, Fidel dirigió las operaciones militares para la liberación de los poblados de Jiguaní, Baire, Maffo y la ciudad de Palma Soriano durante la primera quincena del mes de Diciembre de 1958. En este intrincado sitio, los campesinos pudieron atender esmeradamente al Comandante, lavar las ropas de su Estado Mayor, cocinarle y hasta desafiar al ejército de la dictadura que en más de una ocasión puso en fila a los vecinos para amenazarles de fusilamiento si no les ofrecían datos sobre el Ejército Rebelde.
En esta vivienda, a unos 500 metros de La Rinconada fue atendido el Comandante en Jefe Fidel Castro

Solo 24 horas después del encuentro con Raúl, “La Rinconada” fue sede de la más importante reunión entre los jefes rebeldes en Cuba y los propuestos a ocupar la dirección del país como Gobierno Provisional en cuanto triunfara la Revolución. Allí se trazó estrategia a seguir en todos los frentes de combate con el objetivo supremo de tomar la ciudad de Santiago de Cuba antes del fin del año 1958.