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sábado, 7 de junio de 2014

Hay sangre de Artemisa brillando en la bandera

Por Angel del Toro Fonseca

Los valientes aqueos de la Iliada
tuvieron a Minerva como escudo y divisa
los jóvenes Aquiles del ataque al Moncada
tuvieron su Artemisa"

Jesús Orta Ruiz

La entrada a una historia de glorias
El 26 de julio acaba de confirmar que la epopeya de hace 61 años en Cuba, era realmente el inicio de un viaje hacia el infinito. Un sin regreso a la injusticia, una promesa a los pobres de esta tierra, de que tenían la posibilidad de la justicia más grande de este mundo.

El mes de Abril y Artemisa, me pusieron ante los ojos y el sentimiento, la oportunidad de viajar a la semilla de esa historia que brota todos los días con mucha fuerza en mi Santiago, como el abrazo del guajiro a los hijos que regresan a la tierra.

Una provincia que sin dudas es el experimento y resultado de una Cuba más próspera, atesora la extraordinaria historia de 20 hombres que viajaron hacia el futuro en julio de 1953, sin imaginar siquiera el destino que les esperaba, pero sí muy concientes de que iban a cambiar a Cuba.

Conducido por una tropa de adolescentes artemiseños; llegué en esa mañana de Abril; al Mausoleo de los Mártires de Artemisa, un templo que hace estremecer de pasión e historia, a los que vivimos en Santiago de Cuba y hemos estado al tanto de decenas de actos y conmemoraciones frente a los muros del Cuartel Moncada. Quise viajar a los principios de mi estirpe, quise conocer de dónde salieron y quienes eran aquellos 20 cubanos que se inmolaron en su tiempo.

Tres generaciones de cubanos visitan a sus martires

Dos generaciones de chicos me acompañaban y mi gran preocupación era, cómo asimilarían este encuentro tan necesario con la historia. Muy pronto, la gentileza de una guía atenuó el escepticismo al conversar de tú a tú con mis acompañantes, recordándoles que estos eran asiduos visitantes del Mausoleo en busca de elementos novedosos de la historia de Cuba y de su municipio.

Al escuchar las palabras mágicas: “Santiago de Cuba y “periodista”, los visitados se asombraron porque solo unos minutos atrás, otra delegación de periodistas del diario Juventud Rebelde habían visitado el centro histórico, y mire usted ¡Con ellos estaban dos santiagueros! Confieso que estuve tentado de titular este post: “Leyenda de un caballero santiaguero en la cuna de los mártires del Cuartel Moncada”, pero el respeto a la historia y al poeta Jesús Orta Ruiz “El Indio Naborí”, me hicieron cambiar de pensamiento.

Santiagueros en Artemisa

A partir de aquí, doy paso a sus encumbrados versos, como acompañamiento a las reflexiones que conservo de manera fotográfica, sobre este sagrado altar de la patria:

Los valientes aqueos de la Iliada
tuvieron a Minerva como escudo y divisa
los jóvenes Aquiles del ataque al Moncada
tuvieron su Artemisa.”

Los ojos claros y acerados de una artemiseña de pelo corto y lenguaje certero, nos reciben como invitándonos a recordar la historia del mayor asalto a la alborada cubana durante el Sigo XX. Se trata de Cristina González, quien quizás está un poco agotada haber conducido hace muy poco a un grupo de colegas a través del Mausoleo. Pero poco a poco se va abriendo paso el amor a la historia que atesora en los recintos de su tierra y Cristina nos invitó a conocer mucho más que lo que conocemos sobre los asaltantes al Cuartel Moncada.

Tras los pasos de Cristina dejamos atrás el cielo azul de Artemisa y nos adentramos en las entrañas de la historia de los mártires de Artemisa. Un pasadizo que se hunde en salones color rojo dorado con tonos de bronce, nos ofrece en las paredes de barro cristalizado, los dibujos sobre las diferentes etapas de la historia de la Revolución Cubana, su cultura e identidad.



Paredes interiores de un Mausoleo que destila historia

Cristina no detiene el diálogo ni por un instante. Desgrana leyendas y anécdotas, precisiones y verdades sobra la hazaña de un pueblo, que de manera totalmente secreta aportó a 20 de sus mejores hijos para que asaltaran el 26 de julio de 1953 a la segunda fortaleza más importante de la tiranía de Batista en la isla de Cuba.

Polvoriento de pena y de camino agrario,
¿Dónde están Artemisa – pregunta el Gigante-
tu joven campesino, tu joven proletario,
tu joven estudiante?

Toco Artemisa un rojo subterráneo clarín
y saltaron sus héroes:
¡Hermosos y calientes corazones!
Artemisa, la esposa de algún Quirón veguero,
Los inyectó con sangre de leones”

Cristina: una guía de excelencia en Artemisa

Arte e historia consolidan la identidad de Cuba

Tras los pasadizos llenos de historia, nos sorprende el luminoso salón central plagado de mármoles, tarjas, flores y granitos, que atesoran las imágenes en bronce de los Mártires de Artemisa. Los rayos del sol penetran desde el exterior y bañan las tarjas. Les dan vida y pureza, los sacan del anonimato hacia lo sublime. No puedo evitar buscar desesperadamente la efigie del joven Gregorio Careaga Medina, un jovencito artemiseño que regó con su sangre la tierra de Contramaestre, luego de salir con vida de la matanza posterior al asalto al Moncada en Santiago de Cuba.
Al fin descubro la tarja y me estremece la historia que ya conozco, porque en Contramaestre se ha destejido en sus detalles más íntimos.

Y de allí, de la entraña de Artemisa,
como el arco rojo de una Gran Cazadora,
salieron estas flechas de coraje y sonrisa
a clavarse en la noche para traer la aurora.”

Salón de los Mártires de Artemisa

El sol baña la gloria de los mártires

Gregorio Careaga Medina, mártir de Artemisa y de Contramaestre

Mis recuerdos vuelan hacia Isela Pantoja Tamayo, hermana del líder clandestino “Olo” Pantoja, quien dejó plasmada para la historia de su patria chica y de toda Cuba, la actitud heroica de los jóvenes contramaestrenses, quienes contribuyeron a rescatar el cadáver del mártir, a su preservación en medio de la jauría batistiana y que jamás dejaron de colocarles rosas blancas al joven artemiseño en su tumba.

En un segundo nivel del museo memorial de Artemisa, se muestra la historia de las batallas mambisas, de la juventud de la seudo república y finalmente, del incontenible avance del Ejército Rebelde desde la Sierra Maestra hasta los llanos occidentales de Cuba, en donde el Comandante en Jefe Fidel Castro se levanta en su grandeza, como parte de un hermoso vitral.
La generación histórica de Cuba en vitrales


Ya en los exteriores de este maravilloso viaje a través de la historia de la juventud artemiseña, salimos de entre las hermosas losas del cubo de vidrio color rojo ladrillo, incólume, pétreo, puro y macizo, tal y como la voluntad de los hijos de esta tierra heroica.

Pureza, solidez, perfección en el Mausoleo de Artemisa

Un cubo perfecto como los mártires de la patria


Nos despedimos sin deseos de hacerlo. Quizás imbuidos por la grandeza que atesora este museo bajo tierra, quizás por el heroísmo demostrado por 20 cubanos jóvenes, que un día decidieron dejar atrás a sus pequeños hijos, para que Cuba se alzara desde la ignominia.

Nos despedimos de Cristina, esa artemiseña que se me antoja mucho más patriota de corazón que museóloga, con la convicción de que no se equivocó el poeta cuando dijo:

Desde entonces la tierra de la piña gustada
también dio, para el pueblo, trágicas amapolas.
Artemisa en los muros del Cuartel Moncada.
Artemisa en el Granma jineteando en las olas.
Artemisa en la puerta del Cuartel Goicuría.
Artemisa en los órganos de senos colosales.
Artemisa en Palacio peleando a pleno día.
Artemisa en los montes villareños.
¡Artemisa de frente, dondequiera!
¡Gloria para el coraje de los artemiseños!
¡Hay sangre de Artemisa brillando en la bandera!



jueves, 30 de mayo de 2013

Gregorio Careaga Medina: un mártir del asalto al Moncada en Contramaestre


Gregorio Careaga Medina

Por Angel del Toro Fonseca

Han pasado exactamente 60 años del sacrificio util. La sangre escurrida entre las hierbas del patio del Cuartel Moncada, en Santiago de Cuba, vuelve a la superficie para recordar a los muertos, para dar mas fuerzas al futuro. A 77 kilómetros de ese dantesco escenario, hoy Coliseo donde los gladiadores santigueros admiran su obra, se recuerda a uno de los últimos mártires del asalto al Moncada.

Transcurría la tarde del 26 de julio de 1953 en la ciudad de Contramaestre. Un joven que evidentemente no conocía  el lugar, descendió de un camión en las inmediaciones y caminó varias cuadras hasta el parque central. Tomó asiento en uno de sus bancos y de inmediato se quedó dormido.

Horas después se conocería que se trataba de Gregorio Careaga Medina, natural de Artemisa, un cubano con la dignidad a prueba de balas, que enfrentaría la tortura y el crimen al igual que sus hermanos de causa que asaltaron ese día los cuarteles Guillermo Moncada en Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes de Bayamo.

La odisea había comenzado 48 horas antes…

La noche del 24 de julio de 1953, un numeroso grupo de jóvenes procedentes de Artemisa, se reunió con el líder revolucionario ortodoxo Fidel Castro Ruz en el edificio “Triangulo” ubicado en las calles 23 y Zapata de la capital cubana. ¿El objetivo?: impartir las orientaciones finales para partir a las 3:00 de la madrugada en una caravana de autos de alquiler hacia el Oriente de Cuba, para ejecutar una importante acción patriótica.

Como parte del grupo, el joven Gregorio no preguntó detalles, solo se conformó con conocer que iba a participar en un decisivo intento por derrocar a la tiranía de Fulgencio Batista y Zaldívar, que desde los años 40 bañaba de sangre e ignominia a la patria.

La historia oficial después del asalto al Cuartel Moncada…

Luego de combatir heroicamente y no poder tomar la fortaleza del Moncada, Gregorio obedeció la orden de retirada y abordó una rastra que lo sacó de los límites de la oriental ciudad, que en la mañana del 26 de julio de 1953 hervía por los movimientos de los sicarios de la tiranía.

Explica una versión de los hechos que Careaga Medina, descendió de la rastra en Contramaestre y  deambuló por las calles  de un lugar desconocido para él, llegando incluso a dormitar en el parque central. Allí lo despertó un soldado del Cuerpo de Guardia Rural y continuó su deambular hasta el límite Norte de la ciudad en dirección al poblado de Baire.

El cansancio por los tantos días de acción sin dormir venció al joven revolucionario. Se dirigió a un garaje solicitando al empleado que lo cuidaba que le permitiera pasar la noche allí. Se durmió rápidamente  en el interior de un ómnibus desvencijado guardado en ese lugar.

Horas después es detenido por los agentes de la policía batistiana, iniciando su dolorosa ascensión a la gloria.


Las últimas horas de Gregorio Careaga Medina
Las versiones más aceptadas sobre las últimas horas del joven asaltante al Cuartel Moncada, Gregorio Careaga Medina, plantean que los soldados que lo detuvieron lo golpearon bárbaramente para que delatara a sus compañeros en la acción y para que diera detalles de la organización del asalto.

Careaga respondió a las golpizas con firmeza, por lo que fue trasladado al Puesto de Mando del ejército de la ciudad de Bayamo y posteriormente al Cuartel de Maffo de nuevo, por órdenes del teniente Roselló con órdenes de hacerlo desaparecer.

En investigación radiofónica en ocasión del aniversario 50 del asalto al Cuartel Moncada, Ismael Pupo Pérez, historiador del Museo- Casa Natal Orlando Pantoja Tamayo del poblado de Maffo, afirma:

“Nosotros tuvimos noticias de un combate que se produjo en las cercanías de Maffo, que se planteaba fue contra unos forajidos, para justificar un tiroteo que se produjo en una finca contra el cuerpo de Careaga Medina, para hacer parecer un combate (…)

(…) Pero como el cuartel de la Guardia Rural de Maffo estaba rodeado de casas de la población, nosotros sabíamos que eso no podía ser (…) que a ese hombre lo torturaron allí mismo en el cuartel (…)

El historiador Pupo Pérez continúa explicando como la prensa de la época reflejó los hechos a través de mentiras:

“Nosotros tenemos aquí por ejemplo “El Diario De Cuba”, que el día 27 de julio de 1953 sacó una noticia cuyo título decía “Muerto en Maffo uno que atacó a tiros a soldados. El jefe del puesto de Maffo, Sargento Vicente Alfonso Cruz con personal a sus ordenes que practicaban vigilancia respecto a los hechos del asalto al Cuartel Moncada, sorprendieron en la finca La Piedra, en el barrio Los Negros del término municipal de Jiguaní a 4 personas desconocidas y al darle el alto, les ripostaron con pistolas, resultando uno de los desconocidos muertos, y los otros huyeron (…)

(…) Sin embargo, todo el mundo sabe aquí que a ese muchacho lo torturaron aquí en el cuartel de Maffo, lo llevaron casi moribundo para Bayamo de donde lo devolvió el Teniente Roselló y seguro ya muerto lo trajeron de nuevo (…) Lo trasladaron a una finca en la madrugada del 28 de julio de 1953 y lo terminaron de asesinar”

¿Qué expresó el Acta de Diligencia Judicial, Inspección Ocular y Levantamiento del Cadáver de Gregorio Careaga Medina?


El acta de la diligencia judicial, inspección ocular y levantamiento del cadáver de Gregorio Careaga Medina expresa textualmente:

(…) que en este lugar y finca propiedad de Luís Valdés, que está situada al lado del camino de Paso Seco  a Bijagual, que  conduce hacia Los Negros,  al lado derecho de dicho camino y en el interior de la espesada finca, como a unos 150 metros del precipitado camino, en una cañada,  se encontró boca arriba el cuerpo de un individuo del sexo masculino, de raza blanca, como de unos 28 a 30 años de edad, que viste camisa blanca (…) y que examinando su hábito externo se le propinaron tres heridas por proyectil de arma de fuego de grueso calibre”

Se confirmaba de esa manera el crimen.

Odelín Bello Labrada fue uno de los testigos de la represión de la tiranía en la ciudad de Contramaestre, lugar donde fue detenido, torturado y asesinado el combatiente Gregorio Careaga Medina luego de  la acción del Moncada.

Bello Labrada recuerda los pormenores:

   “... uno de los asaltantes fue hecho prisionero en Contramaestre y traído al cuartel de Maffo, donde fue salvajemente torturado y murió a consecuencia de los golpes en el lugar conocido por Las Biajacas, donde el ejército hizo un simulacro de combate”

Pocos días después, el 29 de Julio de 1953, un  periódico  de La Habana narró una versión distorsionada  de los hechos:

“En Paso Seco, en las cercanías de Maffo se produjo un intenso tiroteo entre fuerzas al mando del Sargento Alonso Cruz y un grupo de cuatro desconocidos que se supone eran fugitivos del criminal asalto al Cuartel Moncada de Santiago de Cuba. En el choque resultó muerto un desconocido que vestía pantalón caqui y camisa blanca, bajo de estatura y  que hasta ahora no ha podido ser identificado”.

Andrés Núñez Lora, Historiador de la ciudad de Contramaestre da conocer el testimonio mas aceptado sobre el asesinato del mártir del Moncada en Contramaestre:


(…) Casi todas las versiones coinciden en que Gregorio llegó hasta el Central América en una rastra, y en la oscuridad él pudo evadir a las autoridades de este lugar hasta introducirse en Contramaestre. Allí, agotado descansó en un parque del centro de la ciudad. Un sereno de un almacén lo divisó y por miedo a sufrir un asalto, lo denunció a la Guardia Rural. Lo detiene un guardia rural de apellido Lora; que residía en la localidad de El Cobre y hay que decir que lo detuvo y lo dejó en Maffo (…)

(…) Este Lora no reprimió a Gregorio Careaga, incluso, levantó un acta de que lo había dejado con vida allí en Maffo. Después llegó el sargento Cruz que lo sometió a grandes torturas (…) hay vecinos que atestiguan de los gritos de Gregorio por las torturas (…) hasta que casi muerto es trasladado al puesto de Bayamo. Como allí ya habían asesinado a tantos compañeros, le dijeron al sargento Cruz que no debía quedar vivo pero que no eran ellos los que debían asesinarlo, que el que lo había detenido debía disponer de él. Es entonces que se traslada a Gregorio hasta la finca Las Piedras (…)

Narra Núñez Lora que de acuerdo a los testimonios de Manuel García, un campesino que escuchó un tiroteo en la llamada también “Finca de Las Biajacas”, como a las 2:30 de la madrugada se levantó a ordeñar sus reses y al descubrir el cuerpo sin vida de Gregorio movilizó a los vecinos y trasladó la noticia al Cuartel de la Guardia Rural de Maffo. Posteriormente fue trasladado al cementerio del poblado.

El crimen de la alborada y una tumba con eternas rosas blancas…

Pensaba el régimen tiránico que el crimen de Gregorio Careaga quedaría impune y que sería desconocido por las fuerzas revolucionarias y la juventud progresista del barrio de Maffo y el pueblo de Contramaestre. Sin embargo, se equivocó.

El testimonio de la combatiente clandestina Isela “Chelona” Pantoja Tamayo, hermana del mártir internacionalista contramaestrense Orlando Pantoja Tamayo, ayudó a reconstruir la historia posterior a la muerte de Gregorio Careaga. La vinculación con el combatiente asesinado sería su primera acción dentro del Movimiento 26 de Julio y el inicio en los trajines revolucionarios.

Isela Pantoja Tamayo "Chelona"

Los recuerdos de “Chelona” son elocuentes:

“Yo no sabía nada de lo que había pasado en Santiago de Cuba (…) solamente escuchaba los rumores de que había acontecido un combate de unos jóvenes locos (…) Después supe que un joven que se había sentado en el parque de Contramaestre había sido detenido y posteriormente asesinado aquí (…)

(…) Después de que se produjo el simulacro de combate que no fue más que la mentira para matar a aquel joven y de que lo llevaran para el cementerio, mi hermano “Olo” me dijo con tremendo misterio: “Necesito que me ayudes” Y yo le respondo: ¿Y en qué? (…)

(…) Y me responde Olo: (…) Bueno, que al hombre que ya se sabe en todo el pueblo  que asesinaron en el cuartel y lo tiraron en los alrededores, ya se lo llevaron para el cementerio. Y queremos ver quien es y retratarlo (…) Y como tú eres “amiga de los batistianos”, me hace falta que averigües en qué parte exacta del Cementerio está (…)

(…) De inmediato me dispuse porque una amiga mía era novia de uno de los guardias que estaban en el poblado de Maffo y además, tenía una tía en una finca que colindaba con el cementerio y estaba justificada para no levantar sospechas (…) Llevé un envase con agua y unas flores y localicé a una prima que vivía en Bayamo para que me acompañara (…)

(…) Cuando llegamos allí, un militar de apellido García me preguntó que hacía por allí y me dijo además no podía pasar al cementerio (…) Gracias a otro guardia de apellido Ortiz que pasaba por allí y le informó al vigilante que yo iba a visitar la tumba de mi padre, fue que yo pude entrar al cementerio y llegar hasta el sitio donde se encontraba Gregorio Careaga en un ataúd (…)

(…) Aun después de asesinado conservaba el buen semblante, su pelo caoba. De inmediato le limpié el rostro con un paño húmedo, le arreglé el pelo y le abroché la camisa. En medio de estos trajines, escuché un silbido que era la señal de mi hermano y sus compañeros de que ya me habían localizado y me avisaban que debía irme del lugar (…)

(…) Ellos continuaron con su misión pero esta fue mi primera acción revolucionaria clandestina y a partir de ahí me incorporé en cuerpo y alma a la revolución y a la lucha insurreccional (…)

Desde ese 28 de julio de 1953, la primera tumba de Gregorio Careaga en el cementerio de Maffo, tuvo siempre rosas blancas frescas en cada amanecer, testigos de que era visitada todos los días por los jóvenes integrantes del Movimiento 26 de Julio.


Monumento a Gregorio Careaga en el lugar de su muerte en Contramaestre

Luego del triunfo revolucionario, el cadáver del combatiente artemiseño fue colocado en el Mausoleo a los Mártires de Artemisa para su descanso definitivo.

Realmente fueron dos los asaltantes al Cuartel Moncada que recibieron protección en Contramaestre…

El historiador de la ciudad de Contramaestre Andrés Núñez Lora desarrolla los detalles poco conocidos, acerca de cómo no fue un solo asaltante al Moncada sino dos, los que recibieron protección de los revolucionarios de la ciudad de Contramaestre:

(…) Dos de los asaltantes al Moncada, cuando apreciaron el fracaso de la acción y se retiraron, abordaron autos y trataron de salir de la ciudad de Santiago de Cuba, sin saber que irían a parar a Contramaestre. Desgraciadamente no se logró la coordinación con los jóvenes de aquí que estaban organizados ya en Acción Libertadora, porque pudieron haberse ocultado aquí y se le hubiera salvado la vida a Gregorio Careaga (…)

(…) El otro compañero; Carlos González Seijas; fue ocultado en Maffo. El se trasladó en una guagua y en ella llegó a Palma Soriano, allí registraron el ómnibus lo observaron detenidamente al apreciar su tez blanca pero no lo detuvieron. Entonces llegó a Contramaestre y se dirigió a casa de una amistad de apellido Sierra, que estudiaba con él en La Habana y esta lo ocultó, desde el día 27 de julio hasta el 31 en que logran sacarlo para La Habana disfrazado de enfermo (…)


Liceo de Maffo, donde fueron enjuiciados los criminales

La justicia revolucionaria no tardó en llegar. Los criminales que torturaron a Gregorio Careaga fueron enjuiciados en el mismo escenario de sus vejámenes. El Liceo de Maffo, hoy Casa de la Cultura del poblado; sirvió de sede del juicio.

Gregorio Careaga Medina

Gregorio Careaga Medina, nace en Artemisa al este de la ciudad de La Habana, el 28 de noviembre del 1923, hijo de Víctor y Eugenia. Era el sexto de nueve hijos.
Nació en un hogar humilde, en el que la miseria era permanente y esto lo obliga a trabajar desde muy niño para sustentar la familia.
Junto a su padre y hermanos vendía periódicos en la esquina del hotel "Sevilla" y por las calles de su natal Artemisa. Comenzó a estudiar en la Escuela No. 7, pero tuvo que abandonarla en el tercer grado.

Comenzó a laborar desde temprana edad; en su juventud se desempeñó como jornalero junto a su padre y posteriormente trabajó en la cocina del Hotel Sevilla, donde aprendió el oficio de cocinero. Laboró como tal consecutivamente en La Viña, El Miyar y La Aurora. Su último trabajo fue en la Funeraria "Matías", antes de partir al asalto al Cuartel Moncada.

Era conocida su firme actitud en contra de la politiquería reinante y de condena a la tiranía batistiana.

Gregorio era de carácter reservado, nunca dejó entrever las actividades a las que dedicaba y siempre ponía un pretexto a sus familiares.

En 1946, se casó con Gloria Granados, hermana de su compañero Guillermo Granados, con la que tuvo dos hijos, Tony y Miguelito.

Días antes de partir para el asalto al Cuartel Moncada le dijo a su pequeño Tony: "voy al campo por unos días para que en el futuro a ti no te falte nada". A ninguno de sus familiares le contó el propósito de su partida. Todos lo hacían en el campo trabajando, de acuerdo con lo que el había manifestado.
Su hermana Caridad- fallecida en 1964-, en entrevista que aparece en el libro "Mártires del Moncada", recuerda que:
“En aquellos días se excusó de no poder asistir a mi boda (…) con el pretexto de no tener zapatos, sin embargo horas antes había comprado un par nuevo que estrenaría en el Moncada, además en una ocasión, le oí decir que por lo único que daría la vida era por la libertad”.
En Artemisa se reunía con su cuñado Guillermo Granados, con José A. Labrador, con Ciro, Julito y Pepe Suárez. Junto con los demás jóvenes artemiseños partió hacia La Habana el 24 de julio de 1953. Ese mismo día a las tres de la madrugada se dirigió hacia Santiago de Cuba, en una máquina en la que iban además los artemiseños: Vero Rossell, José A. Labrador, Ricardo Santana y Pepe Suárez.
Gregorio Careaga, fue de los que luchó heroicamente en el Cuartel Moncada, logró retirarse y posteriormente fue detenido en el pueblo de Maffo y asesinado salvajemente.
En agosto de 1959 sus restos se exhumaron, y se le rindió guardia de honor en Maffo, Santiago de Cuba y en Artemisa, a donde fueron trasladados sus restos que hoy reposan en el Mausoleo Mártires de Artemisa donde se les rinde un merecido homenaje.