Ramón Orlando González Aguilar, conocido cariñosamente como “Mongo Avión” en la ciudad de Contramaestre; a 890 kilómetros de La Habana; no es un hombre que deje que las moscas se le posen en el rostro. Sobrepasa los 80 años de edad y usted se lo puede encontrar lo mismo en medio de un cañaveral que a bordo de un camión cargado de caña de azúcar en medio de la zafra alentando a sus compañeros cortadores de la gramínea. Es asombroso, parece como si el tiempo no pasara sobre este hombre.
González Aguilar, nació en el año 1929 y aun no conoce el cansancio. Para lograr esta entrevista tuve que rastrearlo entre sus múltiples ocupaciones hasta “acorralarlo” en casa. Apenas terminaba algunas labores de albañilería en su vivienda del centro de Contramaestre, y a toda velocidad invita a los periodistas a degustar un típico café cubano mientras cuenta algunas anécdotas sobre sus más de “80 horas de vuelo”:
“Mis padres eran dueños de medianas extensiones de tierra, de ellos lo primero que heredé desde que tenía 7 años es el amor al trabajo en el campo, a ser serio, cumplidor en el trabajo, disciplinado y esas han sido reglas que he mantenido toda mi vida hasta la fecha”
El denominado “avión de Contramaestre” tuvo el honor de conocer personalmente al líder cubano Fidel Castro durante los años sesenta del pasado siglo e intercambiar criterios e ideas sobre determinadas obras que mejorarían el ecosistema contramaestrense:
“Tuve la oportunidad de intercambiar con Fidel en 1966, cuando yo dirigía el Partido Comunista de Cuba aquí en Contramaestre y atendía la construcción del embalse de agua Carlos Manuel de Céspedes (…) Fidel recorrió todas las obras de la presa y casi a media mañana cuando se retiraba del lugar, me puso una mano en un hombro y me preguntó: Bueno, ¿Y qué pasa aquí si de momento comienza a llover? Y se retiró dejándonos a todos con la preocupación (…)
(…) Yo no se si Fidel es adivino, pero a la una de la tarde de ese día comenzó a llover y menos mal que yo tenía a todos los campesinos que vivían cerca del embalse, protegidos y no se nos perjudicó ni una sola familia (…) ¡Vean la preocupación tan grande este hombre por los cubanos! (…)
“Mongo Avión” es uno de los fundadores del movimiento de cortadores millonarios de caña en Cuba el 11 de julio de 1964, contando con el criterio de los entonces Comandantes Raúl Castro Ruz y Ernesto “Ché” Guevara. Sin falsa modestia se autotitula como: (…) un joven que lo único que hacía era picar caña en el año 1947 y sólo con el triunfo de la Revolución Cubana se alfabetizó hasta alcanzar el cuarto grado” (…)
Al hablar de temas de azúcar, Ramón González Aguilar mueve sus enormes y callosas manos con ritmo similar al de las palabras que le brotan sabias y fuertes, como con sabor a azúcar de caña.
Este recio trabajador cubano que ha dedicado casi toda su vida a los cortes de caña en Contramaestre, conoce todos los secretos de la dura labor y es uno de los fundadores del movimiento de cortadores de caña que alcanzó la cifra del millón de arrobas en una zafra.
Con esas motivaciones, Ramón cuenta: “El Movimiento Millonario surge en un momento histórico especial de la Revolución Cubana, por allá por el mes de julio del año 1964. En Cuba se hacían todas las labores de la zafra azucarera de forma manual, pero al iniciar las relaciones con la Unión Soviética, comenzamos a crear las condiciones para mecanizar estas labores… Es entonces que recibimos siete alzadoras de caña…”
“… Ya nosotros teníamos creada una organización de cortadores de caña por brigadas de alrededor de 40 obreros, pero estos “picaban” para el montón, o sea, que no organizaban en bultos uniformes las cañas que iban cortando (…) Las alzadoras fueron distribuidas por brigadas para facilitar el alza de la caña y humanizar el tamaño que hasta la fecha se hacía a mano (…) Pero entonces se nos dio una contradicción que no esperábamos. Los cortadores de caña rechazaron las máquinas pues por aquellos tiempos comenzó a circular una propaganda enemiga que expresaba que la introducción de maquinarias de la Unión Soviética en la agricultura cubana desplazaría a los trabajadores manuales y les quitaría sus puestos de trabajo (…) y tuvimos que trabajar muy duro con los hombres para explicarles que eso era falso, que con la máquina se incrementaría la productividad y se aliviaría el trabajo humano (…)
Un poco inquieto, interpelo a Mongo Avión: ¿Y definitivamente, cómo se resolvió el problema?
Mongo nos respondió a toda velocidad: (…) Bueno, pues comenzamos a darles clases a los macheteros en los propios campos de caña durante los recesos, para elevar su nivel cultural y que comprendieran mejor los adelantos de la técnica (…) posteriormente nos dimos cuenta de que tenían que cambiar su técnica de corte para elevar la productividad y posibilitar el alza mecanizada. Nos asesoramos con los compañeros Jorge Risquet y Julián Rizo Álvarez y trajimos a Contramaestre al compañero Reinaldo Castro, machetero en la provincia de Matanzas, quien hizo una demostración el 11 de julio de 1964, acompañado por dos macheteros nuestros (…)
(…) Recuerdo que el 11 de Julio de 1964, el Comandante Ernesto “Che” Guevara pasó por aquí, por Romana VII, cuando iba hacia Santiago de Cuba a inaugurar la industria de implementos deportivos (…) se detuvo y observó la caña cortada y expresó: “Todo está muy bien, pero el que mejor está es ese viejo grande que está allí. Porque allí se aprecia la eficiencia, y la economía solo se logra con eficiencia”
(…) Se refería a “Jabao”, uno de nuestros cortadores de caña. A partir de ahí fue que yo comencé a estudiar economía. Nosotros de inmediato nos percatamos que se podían lograr grandes volúmenes de caña cortada si se organizaba el trabajo diario y la emulación entre brigadas. Volvimos a consultar con los compañeros Risquet y Pedro Ross Leal la conveniencia de poner una cifra tope de 900 mil arrobas de caña por brigada, durante una zafra de unos 6 meses (…)
Y ese día como a las 3 de la tarde, llegó la orientación del compañero Pedro Ross: “No, no pueden ser 900 mil arrobas, el compromiso es de 100 mil” (…) Posteriormente llegó el compañero Raúl Castro Ruz y recuerdo que habló ante un solo micrófono que teníamos: “Un millón es un millón. No es fácil pero tampoco imposible. Nosotros nos quedamos con 7 armas y 12 hombres y nos unimos al pueblo y el pueblo triunfó. Ellos son capaces de hacer esa proeza y cortar un millón (…)
Un poco más inquietos seguimos preguntando: Ramón, ¿cómo se cumplió la exhortación del compañero Raúl?
Y Mongo devolvió una respuesta beisbolera a 90 millas: (…) Mira, durante la quinta Zafra del Pueblo desde finales de 1964 y durante el primer semestre de 1965, esos hombres comenzaban a cortar caña a las 4 de la madrugada y tú podías ir a las 8 de la noche que todavía estaban cortando (…) Y llegamos a un momento en que estábamos apretados para cumplir el compromiso del millón de arrobas de caña y nos mudamos para los campos, cocinábamos allí mismo, pero no abandonábamos los cortes (…) Hasta que la brigada Raymundo Valdés que picaba en los campos de Baire Santo, el 3 de marzo de 1965, a las 5 de la tarde, llegó al millón de arrobas de cañas cortadas y recibió la primera bandera firmada por el compañero Fidel Castro Ruz . Allí, nuestro Presidente dijo: (…) ¡Un millón de arrobas de caña! Tarea fantástica (…). Ocho meses después, se lograba la hazaña de 1 millón de arrobas de caña por una brigada de macheteros cubanos.
Este fundador del Partido Comunista de Cuba ha sido electo trabajador Vanguardia Nacional del Sindicato Nacional de los Azucareros Cubanos por seis ocasiones consecutivas. Ostenta la condición de “Hijo Ilustre del poblado de Baire” y fue representante de su barrio ante el Gobierno Municipal de Contramaestre además de diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular en Cuba.
Casi al finalizar la conversación Ramón González Aguilar, revela el por qué del misterioso calificativo de “avión”:
(…) Avión es un nombre de guerra que me lo gané cuando integraba el Ejército Rebelde en 1958 durante el último trimestre de la guerra contra Fulgencio Batista (…) Yo acostumbraba a subirme a la copa de los árboles de gran altura y cuando detectaba las avionetas de exploración del ejército de la dictadura o el avance de sus tropas, gritaba la señal: “Avión (…) avioneta, por lo cual se me quedó el sobrenombre para toda la vida (…)
Ramón González Aguilar solo nos dejó ir de su vivienda cuando escuchamos extensas anécdotas acumuladas en su condición de jefe de las fuerzas de cortadores de caña de azúcar en Contramaestre. También como fundador de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) y activo participante en la Campaña de Alfabetización en Cuba. Tuvo el mérito de participar en 54 zafras azucareras.